06 Dic ¿Por qué la COP26 es una oportunidad para la Argentina?
Por Claudia Moray, encargada del Departamento de Legales de GBM y acreditada Cop26 y Juan Núñez CEO de GBM
Aún hay tiempo para mantener las temperaturas climáticas en un rango más seguro, como confirman reportes científicos, pero solamente si el mundo puede encontrar antes de 2030 la manera de usar la mitad del carbono que utilizaba a finales de la década de 2010. Para facilitar este futuro bajo en carbono, se requieren compromisos ambiciosos y enfoques integrales basados en la naturaleza, siempre que se los despliegue en conjunto con una transición hacia las energías renovables, el transporte limpio y la reforma fiscal de los subsidios a los combustibles fósiles.
Sobre la base de esas dos visiones complementarias sesionó la última Conferencia de las Partes, que tuvo su 26º encuentro (COP26) entre el 31 de octubre y el 13 de noviembre en el Scottish Event Campus de Glasgow, Escocia, en el marco de la Convención de Naciones Unidas por el Cambio Climático.
El evento tuvo como contexto, además, las reiteradas advertencias de ONU acerca de que el planeta se encuentra en camino de un peligroso calentamiento global de 2,7°C.
Este año, de acuerdo a lo establecido en el Acuerdo de París, las partes presentaron en la COP 26 lo que se denomina «Contribución Determinada a Nivel Nacional» (NDC, por sus siglas en inglés), es decir, cómo harán para reducir las emisiones de los gases de efecto invernadero.
Por primera vez, los líderes acordaron un lenguaje que promueve una reducción gradual de la energía del carbón y los subsidios a los combustibles fósiles. Así, la naturaleza fue reconocida como el instrumento potencialmente indispensable en las líneas de acción para dar solución al calentamiento global, donde 141 países se comprometieron a proteger los bosques y otros tantos a revertir la deforestación para 2030 a más tardar. El compromiso, público y privado, es aportar $ 20 mil millones para la protección de los bosques.
Sin embargo, el logro del objetivo de 1,5ºC solo será posible si se logran aprovechar niveles significativos de colaboración privada a través de futuros mecanismos de mercado generados por los países en el contexto del artículo 6.2 (voluntarios) o mediante el mecanismo de mercado regulado centralmente establecido en el artículo 6.4 (regulados).
En el caso de nuestro país, además de los compromisos oficiales asumidos por las autoridades en el marco de la COP 26, debe tenerse en cuenta, además, que la UE ha dispuesto nuevas normas por las cuales los productos que sus ciudadanos compren, utilicen y consuman en el mercado comunitario no contribuyan a la deforestación mundial y a la degradación forestal. La UE considera que el principal motor de estos procesos es la expansión de las tierras agrícolas ligada a la producción de materias primas como la soja, la carne de vacuno, el aceite de palma, la madera, el cacao y el café, y de algunos de sus productos derivados.
La Argentina es uno de los lugares por excelencia para invertir en forestación, con reservas naturales casi imposibles de encontrar en otras latitudes.
El proceso de globalización, que inexorablemente se disemina a lo largo y ancho del planeta, hará que, muy pronto, semejantes patrimonios desaparezcan, si no se toman medidas para detener el avance del hombre en el medioambiente. En el futuro cercano, entornos como este serán tan escasos que adquirirán un valor económico difícil de prever.
Estas cuestiones nos delinean una agenda muy intensa para ponernos en línea con los OD de la ONU y también defender el valor de nuestras exportaciones en un contexto de nuevas demandas de los consumidores, que exigen cada vez más crecientemente etiquetas de sostenibilidad y sustentabilidad en lo que adquieren.
En esta línea, ante la depredación de los bosques, la organización global GBM, que cuenta con talento argentino en su gestación, presenta un nuevo activo que une ecología con finanzas: GBM token está asociada a la idea de “capital natural” donde con la adquisición de una criptomoneda se resguarda un metro cuadrado de biosfera de la selva paranaense misionera, la yunga salteña, los bosques patagónicos y la turba fueguina.
Esta primera etapa contempla un escenario de acción en tierras argentinas, para luego extender su operativa a otros países.
La complejidad y dimensión de la iniciativa se traza bajo alianzas con ONGs nacionales, pueblos originarios y comunidades locales. La fuente de los dividendos se nutre del cuidado, resguardo, y del respeto y complacencia con la naturaleza.
En este contexto, uno de los mecanismos más efectivos disponibles para complementar las acciones de descarbonización son los mercados de carbono, ya que permite a los países y empresas gestionar de forma rentable sus reducciones de emisiones a nivel nacional mediante la cooperación con otros países y empresas a nivel mundial, en este caso a través de la compra de créditos de compensación que representan recortes de emisiones por parte de otros.
En este punto, el resultado clave de la Cop26 es la conclusión del llamado Reglamento de París, por el que se llegó a un acuerdo sobre las normas fundamentales relacionadas con el artículo 6 sobre los mercados de carbono, lo que hará que el Acuerdo de París sea plenamente operativo.
Esto dará certeza y previsibilidad a los enfoques de mercado en apoyo de las estrategias de mitigación y adaptación. El mercado voluntario de carbono asiste a un vertiginoso crecimiento en los últimos años, en parte por el ascendente mosaico de compromisos de emisiones netas equivalentes a cero, consumados por empresas de todo el mundo.
La adquisición del criptoactivo de GBM generará, a su vez, un crédito de carbono (GBM) certificado de acuerdo a una serie de principios y estándares rigurosamente auditados.
Una vez redimido el Crédito de carbono a favor del usuario final (que desea compensar su huella de carbono en su camino hacia el cero neto), los mismos quedan fuera de circulación, con el fin de evitar la doble contabilización del crédito de carbono y garantizar que el impacto sobre el medio ambiente sea real y transparente.
En el Pacto climático de Glasgow se definió una estructura futura para los mercados de carbono.
En general, se considera que el comercio de carbono es crucial para reducir las emisiones de CO2 y GEI porque permite invertir en tecnologías, desarrolla y apoya soluciones que reducirán drásticamente las emisiones actuales.
Estamos transitando una década clave para la acción climática y en materia de biodiversidad; la acción que tomemos hoy determinará si es la década en la que financiaremos con éxito el fin de la economía basada en el carbono.
Sin aire limpio, agua, o energía disponible, ninguna actividad económica será posible. El capital natural será en un corto plazo el nuevo «oro verde».
Nuestro mundo presenta un horizonte de riesgo vital. Es tiempo de intervenir en forma enérgica, innovadora y sustentable.